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Aunque muchas veces se usan como sinónimos, en realidad, "piratería" y "falsificación" son conceptos jurídicos distintos, que pertenecen a las dos grandes ramas de la propiedad intelectual.

La piratería implica una vulneración a los derechos de autor, al acceder a obras o difundirlas sin la autorización del autor o titular de estos derechos.

Por otro lado, la falsificación afecta a la propiedad industrial, ya que implica el uso de marcas, patentes o diseños industriales registrados.

Si nos centramos en el caso de las marcas, en donde es bastante usual y mediática la falsificación, es útil recordar que estas otorgan a su titular el uso exclusivo de un signo distintivo (por ejemplo, un logotipo). Esto permite a los comerciantes identificar y diferenciar sus productos o servicios frente a los de sus competidores.

Ello implica una protección legal que impide a terceras personas utilizar signos idénticos o similares a los ya registrados, que puedan generar confusión entre los consumidores. Así, se resguarda la imagen y el valor de las marcas, reconociendo el enorme trabajo que conlleva la creación de una identidad comercial.

Finalmente, es interesante notar que así como existen diversos elementos que pueden servir para identificar un producto o servicio, existen diversos tipos de marcas. Por ejemplo, en relación al vestuario y las casas de moda, son frecuentes las marcas de patrón y las marcas de posición. Ejemplos insignes serían el icónico patrón a rayas de Burberry o las tres líneas blancas que acompañan las prendas de Adidas.

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