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“… por tratarse de algo relativamente nuevo en nuestro medio social y jurídico, el desafío está del lado de nosotros como operadores del sistema en cuanto a cómo podemos allanar el derrotero hacia la consolidación del anhelo personal e íntimo de quienes por años no tuvieron el respaldo legal de vivir con su auténtica identidad…”.

El cambio de sexo registral en Chile está regulado en la Ley N° 21.120, donde hay diferencias si el reconocimiento de la nueva identidad de género es relativo a una persona menor o mayor de 18 años. En el último caso, se trata de un proceso enteramente voluntario.

Para ello, hay que presentarse en el Registro Civil más cercano al domicilio y pedir número en la oficina de subinscripciones. En esa instancia y con cédula de identidad vigente en mano, se agenda una audiencia en la misma institución donde hay que presentarse con dos testigos que den fe de la convicción personal del/la solicitante relativo a legalizar la verdadera identidad de género que siente la persona interesada.

En este punto, es clave tener presente que no es necesaria ninguna intervención quirúrgica del/la solicitante, ni acompañar diagnóstico médico o psicológico alguno para que la petición sea viable.

Una vez que se celebra la audiencia ante un/a funcionario/a del mismo Registro Civil, se abre un plazo de 50 a 60 días hábiles tras el que se le entrega a la persona su nueva cédula de identidad y donde todos los certificados que emite la misma institución pública van a figurar desde ese momento en adelante con la nueva identidad de la persona, pero conservando el RUT asignado desde el nacimiento.

En este proceso es indispensable el acompañamiento de un/a experto/a tanto desde lo personal como en lo profesional. Si bien es cierto que se trata de un trámite simple, sin costo administrativo, muchas veces no queda del todo claro los pasos a seguir y es usual que las personas que se enfrentan a esta diligencia pertenezcan a la comunidad LGTBQ+ con el consabido temor a ser discriminado/as no sólo por la población en general sino por los/as colaboradores del Registro Civil en particular.

Con todo y por tratarse de algo relativamente nuevo en nuestro medio social y jurídico, el desafío está del lado de nosotros como operadores del sistema en cuanto a cómo podemos allanar el derrotero hacia la consolidación del anhelo personal e íntimo de quienes por años no tuvieron el respaldo legal de vivir con su auténtica identidad y que recién como sociedad, estamos tratando de enmendar.

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