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La propiedad intelectual como tal, protege las creaciones del intelecto desde hace ya bastantes años, considerándose como más relevantes los derechos concedidos sobre marcas comerciales, patentes de invención, o la protección de obras intelectuales bajo derechos de autor. En la actualidad, prácticamente no existe espacio en el mundo que resulte ajeno a la propiedad intelectual, pudiendo encontrar este tipo de activos en nuestro diario vivir, como podría ser por ejemplo, una patente asociada a un nuevo dispositivo móvil celular, una marca comercial de algún producto de moda, derechos de autor sobre la letra de una canción reproducida en alguna plataforma de streaming y derechos conexos sobre su interpretación música, entre muchas otros. Así, la enumeración de activos susceptibles de protección podría ser inmensa, y probablemente infinita, en vista de que, como se ha comentado, la propiedad intelectual protege las creaciones del intelecto, y como tal, las oportunidades son eternas. Por ello, muchas veces una misma creación puede llegar a ser susceptible de protección desde distintas aristas, siendo sumamente relevante para su creador el poder abarcar el mayor grado de blindaje posible. Por ejemplo, hagamos el siguiente ejercicio. Somos dueños de una pequeña empresa dentro del rubro de la moda. Y con la finalidad de reducir tiempos de fabricación de prendas, logramos crear una nueva máquina que permite automatizar procesos y reduce el proceso de manufactura de ropa a la mitad del normal. Siendo esta máquina novedosa, con altura inventiva y aplicable a la industria, requerimos protección a través de una patente ante INAPI, quien finalmente nos concede el derecho. Esta nueva máquina, requiere del uso de un software para su funcionamiento, el cual fue diseñado por una persona contratada para tal efecto por nuestra empresa. Así, conscientes de la importancia que reviste el software, solicitamos su inscripción ante el Departamento de Derechos Intelectuales por tratarse de una obra intelectual. Aprovechamos la oportunidad también para inscribir los diseños de nuestras prendas de ropa, por cuanto éstas también son obras del intelecto, y revisten vital importancia comercial para nuestro negocio. Las prendas fabricadas, son comercializadas en el mercado bajo una marca comercial, siendo ésta la forma en que nuestra empresa también se da a conocer en el mercado. Al presentar ventajas competitivas, también se toma la decisión de registrar la marca comercial para así ser los únicos en el mercado que puedan utilizar tal denominación. Finalmente, y en vista de las consecuencias generadas por la pandemia y la imposibilidad de abrir nuestra tienda física, creamos una página web asociada a nuestro negocio, para poder ofrecer ventas online a lo largo del país, inscribiendo un nombre de dominio asociado a nuestra marca ante NIC Chile. Así y tal como se puede apreciar, de una creación (máquina para fabricar ropa) se fueron creando nuevas aristas de protección, resultando completamente relevante para el éxito comercial de nuestro negocio, el proteger cada una de ellas ante las entidades correspondientes. Con lo expuesto entonces, busco hacer presente en el lector el hecho de ir siempre más allá, y de pensar en forma estratégica para sacar el máximo partido a las creaciones de nuestro intelecto, más aún si pueden revestir un potente interés comercial. La propiedad intelectual es un tremendo aliado, siempre presente en todas partes, cual entidad omnipresente. La invitación entonces es a no detener la creación, y a buscar la mejor estrategia de protección posible para así posicionar nuestro negocio o emprendimiento con bases firmes sobre activos debidamente resguardados. Manuel Concha Abogado Propiedad Intelectual