Blog & Noticias

“Si se logra entender que la pobreza, mala educación y vulnerabilidad social son caldo de cultivo para las próximas generaciones de imputadas e imputados que puedan existir seguramente ya no tendremos que seguir hablando de puertas giratorias sino de puertas abiertas.” Independiente del Gobierno que esté, cada cierto tiempo surge desde la prensa o la política una especie de promesa autocumplida: en Chile se ha disparado la delincuencia porque quienes debiesen estar tras las rejas entran y salen de las cárceles. Reportajes en diversos medios de comunicación o en internet, dan cuenta de más de 100 detenciones respecto de una persona y con ello, ya se presupone que ingresó y egresó del sistema procesal penal todas esas ocasiones. La verdad es que estar detenido no significa necesariamente ser condenado. Además de la existencia de salidas alternativas al juicio oral, como la suspensión condicional del procedimiento o los acuerdos reparatorios que, si bien implican la formalización de un/a imputado/a, tampoco implican pena efectiva que cumplir. Así las cosas, por múltiples que sean las detenciones de una persona y que ello repercuta en una constante interacción con el sistema procesal penal, la “puerta giratoria” en los hechos no es tal. Si a eso sumamos que las condenas en el país son más que las absoluciones, que el Ministerio Público y las Policías reciben anualmente sustantivos recursos económicos y logísticos en desmedro de la Defensoría Penal Pública y que la persecución del delito hace parte del repertorio habitual en periodos electorales como los que se avecinan, es que a pesar de no existir en los hechos la “puerta giratoria”, el eslogan es atractivo y hace parte de lo que se suele denominar como “populismo punitivo”. La verdad es que independiente de los estereotipos que circundan al problema de la delincuencia en Chile, la violencia se combate con educación. El debate constitucional que se viene a propósito de la nueva carta fundamental para el país es una oportunidad de reflexionar a propósito del reforzamiento y garantía de los derechos de segunda generación: Salud, Seguridad Social, Vivienda y en especial Educación. Si se logra entender que la pobreza, mala educación y vulnerabilidad social son caldo de cultivo para las próximas generaciones de imputadas e imputados que puedan existir, seguramente ya no tendremos que seguir hablando de puertas giratorias sino de puertas abiertas.