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  • 23 abril 2025

Estudio Ghibli vs. ChatGPT: problemas del alcance del derecho de autor

Todo comenzó como una moda. Días atrás, millones de personas alrededor del mundo cayeron cautivadas ante el estilo único del arte de Studio Ghibli y transformaron sus fotografías en ilustraciones al estilo de Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro gracias a la nueva función de ChatGPT. Pero detrás de esta tendencia aparentemente inofensiva, se esconden serios cuestionamientos legales, éticos, ambientales y de privacidad.


El legendario estudio japonés ha emitido declaraciones públicas manifestando su profundo rechazo al uso de su estilo visual por parte de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT-4o. Aunque aún no se ha presentado una demanda formal, el estudio exigió respeto por su identidad artística y dejó abierta la posibilidad de tomar medidas legales si la situación persiste.


Según fuentes cercanas, Ghibli considera que la reproducción de sus trazos y estética —sin autorización ni crédito— representa una vulneración indirecta de su propiedad intelectual. En redes sociales, fanáticos y expertos han señalado que las imágenes generadas mediante comandos como “al estilo Ghibli” presentan una similitud estimada de al menos un 30% con su estilo visual distintivo. La frase de Hayao Miyazaki, cofundador del estudio, resurge con fuerza: “Es un insulto a la vida misma.”
 

¿Qué dice el derecho de autor?: La respuesta no es clara, y dependerá de cómo se regulen en el futuro los “estilos artísticos” como obras protegidas. Lo cierto es que cada vez más artistas y estudios alertan sobre el uso de sus obras como material de entrenamiento de modelos sin su consentimiento.


Este fenómeno recuerda el reciente caso de FlowGPT, el alias del artista chileno Mauricio Bustos, quien generó una canción viral titulada NostalgIA imitando con IA las voces de Bad Bunny, Daddy Yankee y Justin Bieber. Aunque la canción no fue retirada de inmediato, la reacción fue contundente: Bad Bunny calificó la pieza como una falta de respeto a su arte y pidió a sus seguidores que se alejaran de ese contenido.


Además, OpenAI reaccionó solicitando que Bustos dejara de usar el término “GPT”, por tratarse de una marca registrada. Él respondió que “GPT” en su caso significaba Generador Preentrenado de Temazos, en tono irónico, y que no buscaba apropiarse de ningún derecho. El caso no ha llegado a tribunales, pero refleja la tensión creciente entre la cultura popular digital y los marcos legales tradicionales.


Lo ocurrido con Studio Ghibli y el caso FlowGPT muestra cómo las nuevas tecnologías pueden poner en riesgo los derechos de autores, músicos, ilustradores y creadores en general. Hoy, una simple herramienta de inteligencia artificial puede imitar estilos visuales, voces o elementos creativos sin pedir permiso ni dar crédito a sus verdaderos autores.


Aunque en estos casos aún no se han presentado demandas formales, sí se han encendido todas las alertas. Lo que comenzó como una moda, rápidamente se convierte en un problema legal y de reputación para muchos creadores.


Recomendamos a todos los creadores proteger sus derechos de autor cuanto antes. Registrar una obra, un estilo, una canción o incluso una identidad visual es clave para poder actuar si alguien los usa sin autorización.


No esperes a que te copien para proteger lo que creaste.
Estamos para ayudarte a cuidar tu arte

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